¿Hemos progresado?

Es fácil advertir que la crudeza de las dos imágenes de este ensayo, en la que se muestra una comparación grotesca entre del hombre de la preshistoria y el que vive en pleno siglo XXI, ha sido motivada por la ocurrencia de innumerables casos de violencia contra la mujer y feminicidios en nuestro país.

La imagen nos muestra un mensaje claro: El hombre prehistórico -aquel que habitó la Tierra miles de años atrás- maltrataba a la mujer; el hombre de hoy, sigue haciéndolo.

¿No se supone que a lo largo de los años los seres humanos nos volvemos cada vez mejores? Tendría que ser así, no obstante, pese a que actualmente manejamos mayor tecnología y tenemos mejores conocimientos científicos, ¿hemos mejorado en el plano moral y social?, ¿hemos progresado en practicar valores, como son el respeto, igualdad, equidad, solidaridad, justicia, etc.?, y más específicamente, ¿esos valores se traducen en políticas y acciones concretas en defensa de los derechos de la mujer? Probablemente, no.

Popper decía que la historia de la humanidad nos ha dejado claramente el siguiente mensaje: No necesariamente conforme los años transcurren, la humanidad va progresando; es decir, no se trata de una cadena de acontecimientos históricos que conlleven al eventual progreso de nuestras sociedades, no se ha creado una pauta en dicho sentido, puesto que la historia misma ha demostrado que se desarrolla en base a la acción de lo contingente y lo imprevisto. Ejemplos de acontecimientos que lo demuestran son las guerras que se vivieron en el siglo pasado -y otras que aún perduran en este siglo-, las luchas políticas y la intolerancia.

Pero tenemos la oportunidad de cambiar, pues justamente aprender de nuestra historia significa también reconocer los errores cometidos, para así comenzar a emprender el cambio, y marcar el derrotero a la búsqueda de la paz y la tolerancia, y más propiamente, al respeto irrestricto de los derechos primordiales de la mujer.