Anécdota en una disertación

Recuerdo una anécdota muy particular en el desempeño de mis funciones en el Ministerio Público.

Allá por el año 2015, cuando me laboraba como asistente en la Fiscalía Provincial Civil y de Familia de Hualgayoc, en una de aquellas disertaciones que tuve el agrado de ofrecer, compartí el tema de equidad de género, el cual tenía como público a mujeres, en especial madres de familia del distrito de Bambamarca.

En un momento de la exposición, cuando brindaba ejemplos concretos en la vida cotidiana respecto al trabajo y los roles del hogar, que deben ser compartidos por varón y mujer, una de las oyentes alzó su mano para intervenir. Al hablar, aquella mujer expresó su disconformidad con ese punto de la exposición aduciendo que ella estaba perfectamente de acuerdo en que la mujer tiene que encargarse de las labores domésticas y el varón del trabajo fuera de casa, y que no creía conveniente que los roles hogareños se compartan entre varón y mujer.

Sinceramente, fue una intervención que no esperaba; sin embargo, esta denotaba el patriarcado acentuado en la idiosincrasia de un sin número de familias del país.

Particularmente, felicito a aquellas familias en las que los roles del hogar son compartidos entre el varón y la mujer, aunque me parece que no está mal que solo uno de ellos asuma de forma mayoritaria dicho rol, siempre y cuando este no sea impuesto, sino que esté motivado por la voluntad y la incondicionalidad; no obstante, debemos ser conscientes que en la actualidad la brecha de género entre varones y mujeres es aún considerable, razón por la cual me parecen saludables todo tipo de contribuciones tendientes a lograr la disminución de dicha brecha y la equiparación de derechos, oportunidades y obligaciones entre ambos sexos.