El "demos" debilitado de Giovani Sartori
En las últimas semanas hemos sido testigos de uno de los más grandes destapes de corrupción en el sistema judicial de nuestro país; problema que afecta a los usuarios, a los litigantes, a todos en general. Para darle solución se vienen planteando diversas propuestas, una de ellas es fomentar mecanismos de democracia directa en asuntos públicos de envergadura; es el mismo pueblo quien reclama mayor participación en las decisiones políticas, o lo que, en palabras de Sartori significa, dosis crecientes de directismo.
Dado que la democracia representativa ya no satisface del todo, el próximo nueve de diciembre, el Ejecutivo someterá a referéndum cuatro proyectos importantes de reforma constitucional: la reforma del Consejo Nacional de la Magistratura, la reelección de congresistas, la bicameralidad y el financiamiento privado de partidos políticos. Me parece que este ánimo de hacer partícipe al pueblo en la toma de decisiones trascendentes es sólo coyuntural, sin embargo, cabe preguntarnos si dicha medida resulta acertada.
Los referendos significan mayor democracia, pero tal como propone Sartori, para que realmente sea una democracia, a cada incremento de demo-poder debería corresponderle un incremento de demo-saber. Esto significa que, si se les otorga mayor poder a las personas en la toma de decisiones políticas, es porque deberían tener mayor conocimiento de los temas sobre los cuales deciden, de lo contrario, la democracia se convierte en un sistema de gobierno en el que son los más incompetentes los que deciden (demos debilitado).
Pero, ¿realmente, los votantes peruanos hemos incrementado nuestro demo-saber?, ¿Somos electores preparados, cultos, conocedores de la realidad político-pública? Saque sus propias conclusiones, pues a diario notamos que la mayor parte del público entrevistado en los medios de comunicación no sabe casi nada acerca de los problemas públicos, demostrando una pobreza alarmante respecto al conocimiento de álgidos problemas. Sin embargo, venimos siendo acosados por pregoneros que nos aconsejan a bombo y platillo nuevos mecanismos de intervención directa de los ciudadanos en las decisiones de gobierno, pero que guardan silencio sepulcral respecto a si realmente los ciudadanos saben o no saben de las cuestiones sobre la cuales deberían decidir. Sartori los denomina directistas, aquellos que -metafóricamente hablando- distribuyen permisos de conducir sin preguntarse si las personas saben conducir.
Por otro lado, tomemos especial consideración en que últimamente se ha incrementado la alfabetización de las personas, sin embargo, de ello no se deduce que las elecciones políticas hayan mejorado debido a contar con más personas alfabetas. Del mismo modo, un crecimiento general en el nivel de instrucción no importa per se un crecimiento específico de ciudadanos informados sobre cuestiones públicas, pues como lo afirma Sartori, una educación en general no produce efecto de arrase alguno sobre educación política.
Tengamos cuidado con los mecanismos de democracia directa como los referendos, que si bien persiguen un fin saludable, debemos considerar que para que se convierta en un mecanismo fuerte de decisión política se necesita que la mayor parte del electorado conozca o maneje el tema sobre el cual se decide, es decir, que el número de personas informadas se incremente y que, al mismo tiempo, aumente su competencia, conocimiento y entendimiento. Si tomamos esta dirección, entonces el resultado es un demos potenciado.