El "Homo Videns" de Giovani Sartori
Allá por el año 1997, el italiano Giovani Sartori publicó su libro: "El Homo Videns, la sociedad teledirigida". En él realiza una feroz crítica contra la caja boba, la cual, además de ser un medio de comunicación, ejerce una poderosa influencia en el camino de formación del hombre y en su propia naturaleza.
Sartori manifiesta que la televisión no sólo es un instrumento de comunicación, sino también es una paideía (término de origen griego) que significa la generación de un nuevo tipo de ser humano formado preponderantemente en base al continuo uso de la televisión (homo videns).
A manera de metáfora, el autor señala que la televisión es el reemplazo inanimado de la baby sitter, pues es una realidad latente no sólo en nuestro país sino en todo el mundo, que nuestros niños empiezan a ver la televisión a muy pronta edad, antes incluso de aprender a leer y a escribir; algunos afirman que la televisión es la primera escuela del niño, premisa a la que no le falta razón si consideramos que en muchos hogares existe el libertinaje televisivo, favorecido por padres descuidados y ausentes.
La idea de la tabla rasa de John Locke señalaba que el ser humano desde que nace es como una esponja que absorbe y registra indiscriminadamente todo lo que percibe, y si alguna vez nos preguntamos cuáles son las causas del por qué nuestra sociedad es cada vez más violenta, peligrosa y banal, posiblemente una de las respuestas a dicha interrogante sea el hecho que muchos de nuestros niños justamente absorben de esa "primera escuela" llamada televisión la violencia cotidiana y excitante que continuamente transmite.
Video-niño es el término que utiliza Sartori para referirse a aquellos niños que han crecido frente a un televisor, recibiendo de dicho aparato una gran influencia; es aquel que será el futuro adulto sordo de por vida a los estímulos de la lectura y del saber transmitidos por la cultura escrita. En la noción del video-niño, la enseñanza de la escritura y la lectura va quedando cada vez más al margen.
El autor desarrolla ideas importantes sobre el gran avasallamiento de la televisión en nuestras sociedades, y lo perjudicial que puede resultar esto en el ámbito político-social. Analizaré a continuación los puntos más trascendentes planteados al respecto por el italiano, adecuando sus premisas a la realidad de nuestro país.
- En la televisión el hecho de ver prevalece sobre el hecho de hablar, en el entendido que la voz locutora es secundaria, pues está en función de la imagen (autoridad de la imagen); en consecuencia, aun cuando la palabra contenga información sustancial, la imagen transmitida prevalece pues el impacto audiovisual cala con mayor fuerza que la voz transmitida. Esto se torna perjuicioso cuando la imagen por lo general transmite violencia, rechazo, resentimiento, ira generalizada, etc. Ejemplos abundan, sobre todo en los noticieros, donde es cotidiana la propagación de noticias relacionadas con la comisión de todo tipo de delitos, desde los más execrables (violaciones sexuales, homicidios, asesinatos, feminicidios, sicariato, entre otros), hasta los de menos reproche penal; siendo muy pocas las notas periodísticas que reflejan aspectos positivos, dignas de imitación y felicitación.
Por su parte, considero que los programas de farándula - que, al igual que los noticieros, gozan de un espacio estelar en la programación- también propagan contenido pernicioso, pues en ellos es usual la promoción del machismo, morbo, incitación sexual, falsos ídolos, chismes, discriminación, entre otros.
- En tiempo de campaña electoral son frecuentemente utilizados los sondeos de opinión sobre temas políticos. Estos consisten en respuestas que se dan a preguntas formuladas por un entrevistador. Cuestiones como ¿Por quién votaría Ud.?, ¿Por qué votaría Ud. por él/ella?, ¿Por qué no votaría por los demás candidatos?, son constantemente formuladas de forma aleatoria a personas de la calle. La mayoría de los canales televisivos en nuestro país dedican un segmento determinado de su programación para transmitir las entrevistas realizadas.
Así, Sartori argumenta que en realidad las opiniones recogidas en los sondeos son por lo general débiles y mal informadas, y es raro que alguna vez se recojan opiniones profundas, pues la respuesta del entrevistado depende ampliamente del modo en que se le formula la pregunta, y con frecuencia, quien responde en aquel momento se siente forzado a dar una respuesta improvisada. A estas premisas no le faltan razón, pues en algunos casos incluso las respuestas son inducidas por el mismo entrevistador (sondeos dirigidos) y otras son hasta imitadas por el que ya opinó con anterioridad.
Por otro lado, se suelen transmitir vía televisiva, los resultados de las encuestas realizadas aleatoriamente a las personas de la calle. Continuando con el tema político, generalmente se formula la siguiente interrogante ¿Quién cree usted que ganará las elecciones? Utilizando la estadística, se suele asignar un porcentaje a cada candidato, dependiendo de las respuestas del público. El problema surge cuando se manipulan o falsean los resultados favoreciendo a determinado partido político o candidato. Esta situación es perjudicial dado que un considerable sector del electorado otorga su voto a quien o quienes encabezan las encuestas, en la errónea concepción de que "quien más adeptos tiene, resulta ser la mejor opción".
No obstante, debe quedar claro que la opinión de los entrevistados (los de la calle) no representa la opinión generalizada, esto es no encarnan la vox populi, pues sólo son una expresión del poder de los medios de comunicación sobre el pueblo.
- Sartori señala que se le ha otorgado a la televisión el mérito de informar. No obstante que, en su opinión -que hacemos nuestra-, la televisión actual brinda subinformación, entendida como aquella información totalmente insuficiente (muy poca información), o la informa cosas banales o huecas, pues el criterio de selección de las informaciones que se cuentan es la que se puede filmar mejor, ya que, si no hay filmación, ni siquiera habrá noticia. Así, es cotidiano que "las mejores filmaciones" son aquellas que capturan situaciones de violencia, ataques, agresividad, excentricidad, morbo, libertinaje sexual, discriminación, etc. Hay un dicho actual que reza: "los medios de comunicación nos hacen ver sólo lo que ellos quieren que veamos", lo cual genera una considerable distorsión en la información proporcionada a los televidentes.
- Aparte de brindar subinformación, la televisión también desinforma. La verdadera desinformación no significa informar poco, sino informar mal o de forma distorsionada. Así, una de las principales distorsiones informativas se da a través de las entrevistas casuales, realizadas a personas sin mérito profesional, laboral ni de ninguna índole, quienes en muchas ocasiones tienden a expresar opiniones insustanciales y hasta tontas, que luego son replicadas por miles de personas.
Lo ejemplifica de manera jocosa Sartori en la siguiente expresión: "Cuando se dicen en la pantalla, las estupideces crean opinión: las dice un pobre hombre balbuceando a duras penas, y al día siguiente las repiten decenas de miles de personas". Por su parte, Telesio Malaspina afirma que: "A la televisión le encanta dar la palabra a la gente de la calle, y similares. El resultado es que se presenta como verdadero lo que con frecuencia no es verdad [...]. Las opiniones más facciosas y necias [ ] adquieren la densidad de una corriente de pensamiento". De esta forma, las sandeces y estupideces, así como las opiniones huecas son replicadas a diestra y siniestra por un gran conglomerado, tan sólo porque lo oyó (y vio) en la televisión.
La desinformación se alimenta además de otras distorsiones: premiar la excentricidad y fomentar el ataque y la agresividad. Aquí destacan los charlatanes, los brujos, los adivinadores, los mediocres, los extravagantes, los estrambóticos, los huachafos, los figuretis (quienes buscan la novedad y protagonismo a toda costa), dejando de lado a las personas serias, que son las que realmente reflexionan y piensan. Si no, preguntémonos cuántos programas con buen contenido cultural se transmiten en señal abierta en nuestro país: ínfimamente pocos.
- Respecto a la Incidencia electoral y en el modo de gobernar de la video-política, el autor advierte una vídeo-dependencia de los políticos en el sentido que estos cada vez tienen menos relación con acontecimientos genuinos o importantes, ya que en las últimas elecciones se han venido relacionando más bien con acontecimientos mediáticos, los que después son agrandados, distorsionados o tergiversados por la cámara.
Para ejemplificar esta aseveración en nuestro país, es preciso señalar que hemos dejado de darle importancia a los buenos debates entre los contendores electorales sobre problemas álgidos que atañen a nuestra sociedad, para preocuparnos más por telever los pasos de baile de algunos candidatos captados por la cámara en algún mitin de campaña, o interesándonos por descubrir las razones por las que un candidato no quiso comer un potaje que una vendedora ambulante le ofreció. Lastimosamente, este tipo de eventos insustanciales tienen inmensa cabida en los medios de comunicación, especialmente en la televisión, reproducidos en secuencias incluso de forma reiterativa, saturando al teleespectador de basura informativa.
Asimismo, la vídeo-política otorga un peso altamente desproporcionado a personas que no representan una fuente autorizada de opinión en temas político-jurídicos.
El breve análisis anteriormente realizado no hace más que confirmar que la influencia de la televisión es considerablemente negativa en nuestras sociedades, no obstante, dadas las circunstancias corresponde defender a ultranza la promoción de la lectura y el libro, y reducir considerablemente la utilización de la televisión como instrumento de enseñanza y formación, pues de no hacerlo, el surgimiento del homo videns, traerá como consecuencia que la racionalidad del homo sapiens retroceda cada vez más.