El mal de las corridas de toros

07.02.2012

Estaba en una reunión familiar el pasado domingo, todos alrededor de una mesa con el televisor encendido, y empezaron a transmitir las muy famosas corridas de toros. No acostumbro ni ver, ni asistir a esas corridas, pero ese día, con tal sólo ver me sentí indignado. Si alguna vez asistí o fui parte de un "espectáculo cultural" de corridas de toros fue porque desde pequeño, mi familia acostumbraba ir a veces a este tipo de eventos, pero nunca me gustó asistir a ellos; ahora, mucho menos.

No hay nada más vil que el maltrato animal, no entiendo cómo algunas personas pueden disfrutar de ello, dando riendo suelta a la sin razón.

Una vez, en una discusión sobre este tema, alguien que estaba a favor de las corridas de toros me cuestionó que soy incongruente por la razón de que si comía carne, también era parte del maltrato animal, bueno, yo como carne, de vez en cuando, pero eso no quiere decir que sea partidario del maltrato animal. Para fines de alimentación, hay necesidad de matar a los animales, pero no de torturarlos lentamente ni mofarse de ellos, tal como ocurre en las corridas, pésimamente llamadas "eventos culturales".

No nos hagamos los desentendidos cuando hablamos de tortura, y es que ésta está presente tanto en el momento previo a la actuación, como en el instante del "show taurino".

Y lo peor es que hay gente que ensalza, admira y hasta idolatra a los toreros, ¿por qué señores, por qué? ¿Por matar a un animal al cual se le ha disminuido sus capacidades físicas y mentales a través de golpes y prolongada hambruna? ¿Será acaso un héroe, aquel torero que entra al ruedo con todas las armas posibles, lúcido y bien desayunado a luchar contra un ser, que por naturaleza tiene menos capacidad mental, que muere de hambre, y que no tiene más armas que su propia contextura biológica? Héroe y valiente es aquel toro, que al verse amenazado por varios payasos vistiendo atuendos ajustados dentro del ruedo, continúa en pie de lucha, pelea cual guerrero por su vida amenazada por un grupo de cobardes que creen ser muy machos al enfrentarse a un toro bravo, que por cierto, muy pesado. ¿Aplausos para aquel cobarde engalanado y asesino que recibe los vítores de un público inconsciente por matar a un inocente? ¿Y pifias para aquel valiente, que lucha hasta la muerte, que por cansancio ya no ofrece el evento esperado por el público presente?

Es hora de erradicar esta práctica, que sobaja el raciocinio humano, y que desgraciadamente se convirtió en costumbre gracias a la cultura española que conquistó nuestro grandioso imperio. He aquí una de las desgracias más que nos trajeron los conquistadores, y que como muchas otras, son de lento proceso de superación.


¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar