El Quijote y la falacia de Montecarlo
Los humanos estamos en constante búsqueda de felicidad y tranquilidad, y por lo general, nos aferramos a la idea que las penas se irán, pensamiento que, sin duda, es positivo para mejorar nuestra calidad y estilo de vida. Así, se aconseja que siempre debemos mostrar una actitud positiva frente a todo tipo de situaciones, lo cual beneficiará nuestro estado de ánimo.
En la majestuosa obra Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra hay un diálogo entre Don Quijote y Sancho, en el que el primero refiere: "Sábete, Sancho, que no es un hombre más que otro si no hace más que otro. Todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas; porque no es posible que el mal ni el bien sean durables"; ello luego de haber padecido ciertos acontecimientos desfavorables. La frase "no es posible que el mal ni el bien sean durables" nos acerca a la idea que la mala racha que uno puede estar viviendo pronto se terminará.
Esta afirmación expresada por El Quijote es, sin duda, alentadora, sin embargo, no calza del todo en la vida de algunas personas quienes son constantemente golpeadas por eventos desafortunados.
Imaginemos, por ejemplo, a aquellos que padecen cáncer u otras enfermedades terminales, algunos otros que sufren accidentes con frecuencia, u otros tantos que de forma secuencial van perdiendo a sus familiares. Hay casos en los que, en efecto, el mal permanece largo tiempo.
Podemos establecer, de algún modo, que, eventos como accidentes, asaltos o atracos, dependen del azar, y entrando al ámbito de los sucesos azarosos, se han convertido en tópicos expresiones como las siguientes: que quien ha sufrido recientemente un accidente de tránsito ya no volverá a sufrir otro -al menos no en el corto plazo- o que alguien quien es asaltado, no volverá a sufrir un ilícito similar quizá hasta después de muchos años. Pero este tipo de afirmaciones no son del todo acertadas, y la razón se encuentra en la definición de la falacia de Montecarlo o falacia del apostador. Esta falacia estriba en creer erróneamente que los sucesos pasados afectan a los futuros en lo relativo a actividades aleatorias, como en muchos juegos de azar. De este concepto se desprenden las siguientes ideas: a) un suceso aleatorio tiene más probabilidades de ocurrir porque no ha ocurrido hasta ahora; b) Un suceso aleatorio tiene menos probabilidades de ocurrir porque ha ocurrido durante cierto tiempo; y, c) un suceso aleatorio tiene más probabilidades de ocurrir si no ha pasado recientemente y viceversa.
Así, esta falacia describe un pensamiento irracional al creer que después de una serie de desgracias consecutivas, ya corresponde que suceda algo bueno (o positivo), o contrario sensu: si últimamente todo nos va saliendo de maravilla, en cualquier momento pasará algún evento negativo que estropee la buena racha.
Particularmente, he vivido en carne propia varios acontecimientos relacionados a accidentes de tránsito en un periodo relativamente corto, pues el azar es algo imprevisto o casual, y bien puede ocurrirle a alguien una serie de sucesos negativos uno tras otro, o simplemente, andar con buena racha por un largo tiempo; no hay algo que podamos hacer al respecto, simplemente, las cosas suceden.
Mientras tanto, vale tener en mente, de algún modo, la frase proferida por El Quijote, y no está demás no escatimar los cuidados correspondientes tendientes a resguardar nuestra salud y seguridad.